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Las causas que provocaron el gran apagón del pasado 28 de abril siguen sin salir a la luz. Pedro Sánchez no aportó, como era previsible, ... ni un solo dato relevante al respecto en su comparecencia de este miércoles ante el Congreso de los Diputados. Su intervención tenía otra finalidad, salir en defensa de un modelo energético, el suyo, cuestionado en estos días desde el primer partido de la oposición y parte del sector. «No vamos a desviarnos ni un solo milímetro de la hoja de ruta planificada desde 2018 -advirtió-. Las renovables no son solo el futuro, son nuestra única opción».
El Ejecutivo sigue alegando que el «rigor y la prudencia» le obligan a no precipitarse a la hora de extraer conclusiones de lo ocurrido y por eso se resiste a aparcar incluso la hipótesis del ciberataque, descartada el pasado martes por Red Eléctrica. Sánchez ya no la mencionó pero en lo que sí se empeñó es en combatir la idea, asentada en la opinión de los expertos y planteada en los propios informes previos de la compañía semipública, de que el sistema ya acusaba un problema de falta de adecuación a la excesiva penetración de renovables frente a energías más estables, entre ellas, la nuclear.
«Me temo que el asunto es más complejo. Que no es blanco o negro. Y que vincular este apagón al debate de las nucleares no es solo irresponsable, es también una gigantesca manipulación« recriminó el presidente del Gobierno apuntando no solo contra el PP sino también contra algunas de las principales empresas energéticas. »No aportan datos. Solo pontifican con la certeza de quienes no entienden nada o de quienes no quieren entender, porque han vendido su espíritu crítico a un buen pagador«, abundó.
El presidente argumentó que ya existe la tecnología necesaria para permitir que las renovables, a priori más volubles, cumplan el mismo papel de generación de inercia y mantenimiento de la tensión que las energías síncronas (el ciclo combinado, hidroeléctica y nuclear), aunque también admitió que la CNMC debe culminar su regulación para que Red Eléctrica habilite el 50% de las fotovoltaicas que ya los incorporan. «La clave es apostar por ellas y que los operadores privados hagan las inversiones necesarias», esgrimió.
También se sacudió toda culpa en este asunto con el argumento de que el Gobierno lleva «siete años» trabajando ya en ello. «Desde 2018, hemos aumentado en un 55% las inversiones en la infraestructura de transporte eléctrico respecto a la planificación que hizo el ejecutivo de Mariano Rajoy. Se han invertido 522 millones de euros -dijo- en digitalizar la red de distribución».
Como el día siguiente del apagón, este miércoles Sánchez insistió en el mensaje de que ante situaciones como la vivida las nucleares pueden ser más «un problema» que una solución y para tratar de hacer frente a quienes como el expresidente de Red Eléctrica y exministro socialista, Jordi Sevilla, han hablado de «mesianismo renovable» o le tachan de dogmático aseguró que está dispuesto a «escuchar» las empresas si «acuerdan entre ellas» un calendario de cierre de las nucleares distinto al actual porque el suyo es un Gobierno «dialogante». Sin embargo, acto seguido dejó claro que será difícil que le convenzan.
Sánchez fijó tres requisitos para alargar la vida de las centrales que deberán cerrar en 2035: que la prórroga permita garantizar la seguridad de la población; que la medida sea conveniente para garantizar la seguridad de suministro eléctrico, y que sea «económicamente viable» y no sea a «costa del bolsillo del contribuyente sino de los ultrarricos que presiden esas empresas nucleares». Esa última exigencia es la clave porque compañías como Iberdrola o Endesa se quejan que lo que hace que producir energía nuclear no sea rentable es la fiscalidad, el impuesto a la generación eléctrica y la tasa Enresa para la gestión de residuos.
El presidente apeló a razones medioambientales pero también económicas para defender su transición verde. Según él, cuando llegó al Ejecutivo se topó con un modelo que grababa fiscalmente al sol, volcaba a la atmósfera millones de toneladas de CO2 y descansaba principalmente en el consumo de unos hidrocarburos importados del exterior que costaban 42.500 millones de euros cada año; «el doble -arguyo´- de lo que gastamos en prestaciones por desempleo y 8 veces lo que gastamos en educación». Ahora, España tiene «una de las energías más baratas de Europa», emite un 60% menos de gases de efecto invernadero y su grado de dependencia del exterior, presumió, es seis puntos inferior.
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